Por Sergi Bahillo Santos
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8 de abril de 2024
Comprender la esencia del estrés y el aburrimiento , así como su gestión, es fundamental en nuestra psicología humana. Esta temática surge a menudo en conversaciones con padres ansiosos por comprender mejor a sus hijos. En estas discusiones, resalto un concepto crucial: el verdadero éxito y la autorrealización en la vida se correlacionan estrechamente con nuestra capacidad para navegar en nuestras emociones internas y responder de manera constructiva a los eventos externos. El éxito, en este contexto, no se refiere simplemente a logros materiales o profesionales, sino a alcanzar un estado de autoridad sobre nuestras propias vidas, manteniendo un equilibrio emocional interno y forjando conexiones saludables con nuestro entorno. Esto implica, en gran medida, la habilidad para gestionar eficazmente tanto el estrés como el aburrimiento. El uso de la tecnología ofrece un ejemplo ilustrativo de cómo se puede desviar este equilibrio. Dar a un niño acceso irrestricto a un teléfono móvil desde una edad temprana se asemeja, metafóricamente, a instalar un minibar en su habitación, sugiriendo que ante cualquier indicio de aburrimiento o estrés, siempre hay una salida fácil disponible. Esta analogía se extiende a los adultos: el recurso habitual a pantallas digitales en momentos de estrés o aburrimiento conduce inevitablemente a dos problemas críticos. Primero, emerge una sociedad con escasa tolerancia a la frustración, marcada por un deseo de satisfacción inmediata de necesidades y deseos, desde el entretenimiento hasta las relaciones interpersonales. Segundo, este comportamiento socava la capacidad de retrasar la gratificación, un componente esencial de la felicidad y la satisfacción a largo plazo. La gratificación instantánea domina nuestra era, permitiendo prácticamente cualquier deseo ser satisfecho de inmediato, desde el acceso a entretenimiento hasta la satisfacción de necesidades básicas. Sin embargo, esta facilidad contrasta marcadamente con la naturaleza intrínseca de lo que verdaderamente nos aporta felicidad y plenitud: el amor y el trabajo . Estos aspectos fundamentales de la vida humana requieren un compromiso profundo, esfuerzo sostenido, y una dedicación que desafía la tendencia contemporánea hacia la inmediatez. La clave para contrarrestar estos desafíos yace en la corteza prefrontal del cerebro, una región crítica responsable de funciones como la atención, la concentración, la resolución de problemas y el control de impulsos. Desde el nacimiento, esta área del cerebro se desarrolla en respuesta a estímulos sensoriales, como la luz, el sonido y el movimiento. A medida que los niños crecen, es imperativo que su corteza prefrontal se active y madure en contextos que no dependan exclusivamente de estímulos externos intensos, permitiéndoles desarrollar la capacidad de concentrarse en tareas menos estimulantes, pero igualmente importantes. La proliferación de dispositivos digitales , con su constante oferta de estímulos llamativos, representa un obstáculo significativo para este desarrollo. La sobreexposición a tales estímulos puede estancar el desarrollo adecuado de la corteza prefrontal, llevando a problemas de atención, dificultades de concentración, y una menor capacidad para manejar la frustración. Este escenario se ve reflejado en el aumento de diagnósticos de trastornos de atención e hiperactividad, así como en una creciente dependencia de soluciones farmacológicas para estos problemas. En el ámbito contemporáneo, caracterizado por una crisis de atención , la batalla por capturar y mantener la atención del público en las pantallas es emblemática de una economía y una sociedad obsesionadas con el estímulo constante . Este entorno no solo desafía nuestra capacidad para enfocarnos y comprometernos significativamente con tareas y relaciones, sino que también remodela nuestra cognición, limitando nuestro potencial para el pensamiento profundo y la reflexión. Este contexto recalca la importancia de cultivar y fortalecer nuestra capacidad de atención y habilidades cognitivas frente a las distracciones omnipresentes del mundo digital. Para lograr una vida plena y satisfactoria, debemos priorizar el desarrollo de la paciencia, la capacidad de retrasar la gratificación.